Sigamos
viviendo en los mundos de yupi, sigamos pensando que el eje de la fiesta es el
torero.
Así
nos va. La fiesta es la conjunción de toro y torero, y si seguimos discriminando
a una parte la fiesta de los toros será la fiesta de los toreros.
Nadie
ha pensado que cuando el toro se cae, cuando el toro esta manipulado, el torero
no es nada. Sigamos quedándonos con la
asquerosa frase de “He toreado para mí”
Alguien
se acuerda de que el toreo es la casta y raza del toro con la valentía y pundonor del torero. Y que eso debe estar
refrendado por el fervor del público.
Hoy el
toreo ha dejado que mueran los coquillas de Sánchez Fabrés. Ni un sólo mensaje
de los toreros que tiran del carro, denunciando que esto ocurra. Ni un sólo mensaje
de los empresarios o matrimonios, como hay ahora, lamentando la pérdida.
Y tan
contentos. Señores a mí se me cae la cara de vergüenza. Si el toreo es cultura,
hoy hemos dejado que un cuadro que la enriquece, se queme. Y no es el único últimamente.
Lo peor, es que detrás hay cola para tirar más cuadros al fuego.
Un
rico abanico de muchos varales de casta se verá reducido a un varal. Y sólo un
varal no hace viento.
Hace
cincuenta años una ganadería estaba destinada a la desaparición, y un paleto de
Galapagar, la transformó en la mejor ganadería de los últimos cincuenta años.
Que quede en acta.
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