Se
contagió el espectáculo del tiempo lluvioso y gris; este fue precisamente el
devenir de la tarde: un festejo plomizo y mediocre. Los novillos de Dolores
Aguirre transmitieron únicamente aburrimiento. Y, para colmo, se dilató la
novillada a consecuencia de la lenta y enmarañada devolución de un astado.
El
penúltimo festejo de la Feria del Arroz ha estado vacío en contenido y en
emoción; desde luego, el público (menos que en días anteriores, peregrinando
quizá ya hacia la Romería), no guardará nada reseñable en sus retinas.
Los
novilleros poco han podido hacer más que estar, al menos, voluntariosos ante
tales enemigos.
El
cordobés Mazzantini ha intentado mostrarse variado en sus dos faenas. En las
verónicas de recibo al que abría plaza desmayó la figura, y obtuvo aplausos
tras un quite posterior por navarras. El novillo se dolió en banderillas, y
comenzó Mazzantini la faena toreando sentado en una silla, haciendo así un
guiño al toreo añejo. El novillo repetía en la muleta pero a su aire,
rebrincado, sin definir, y aguantó Mazzantini las embestidas con quietud y sin descomponerse.
No alcanzó la faena altos vuelos en cuanto a calidad, pero sí quedó constancia
de la predisposición del novillero. No estuvo acertado a la hora de matar y
saludó una ovación desde el tercio. El cuarto, que brindó a los areneros de la
plaza, fue un novillo de embestida aburrida e insulsa, y así fue la faena:
tediosa y larga. Otra vez voluntad, pero nada más. Como nota negativa,
presenciamos lo que tantas veces ocurre en las plazas y que es indigno de un
espectáculo serio: el banderillero de su cuadrilla alentando a la gente a pedir
la oreja, moda totalmente censurable.
Pablo
Belando, único murciano presente en este ciclo novilleril, vio cómo su primer
oponente fue devuelto a los corrales por supuesta descoordinación y cojera,
pues además de causar una cornada en el encierro matinal, terminó el recorrido
aparentemente lesionado. No fue, en absoluto, tarea fácil: casi una hora de
reloj se llevó la devolución. No
quedando la cosa ahí, el sobrero (de la ganadería de San Miguel), se partió un
pitón de salida rematando en un burladero, y Belando lo pasaportó tan rápido
como pudo para ahorrarle sufrimiento al toro y a los espectadores. Quiso
desquitarse en el quinto, al que recibió con una larga cambiada, chicuelinas y
un bonito remate a una mano. Intentó lucir al novillo en el caballo, dejándolo
en el centro del ruedo para un segundo puyazo; el animal se arrancó al caballo
pero igual que llegó se fue. Muleta en mano, el murciano mostró dos virtudes:
pausa y tranquilidad, dándole mucho tiempo al soso novillo entre tanda y tanda;
pero le faltó quizá enrabietarse un poco
más con él, y así poner el aliño y la sal que no tenía el de Dolores. Mató de
un pinchazo y una estocada y paseó una oreja.
Idéntico
premio cosechó Borja Álvarez en el sexto, el animal que más se movió del
festejo, pues tomaba los vuelos berreando pero con cierta transmisión. Lo
recibió con verónicas un punto despegadas y realizó una faena de muleta larga
en el tiempo, pero de escasa calidad, aunque voluntad y deseos de agradar no le
faltaron. El tercero embestía con la cabeza alta, sin casta ninguna. Emoción y
ajuste cero. Tras matar de dos pinchazos y una estocada, se silenció su labor.
En
fin, una tarde estéril, en la que floreció poco el toreo. Los novillos de
Dolores Aguirre, vacíos y carentes de buenas embestidas. Tres horas de
espectáculo en el que, irremediablemente, hubo más bostezos que ovaciones.
FICHA
DEL FESTEJO:
Plaza
de Toros: Calasparra, 5ª de la Feria del Arroz, Sábado 7 de Septiembre.
Novillos
de Dolores Aguirre, desiguales de presencia, sosos y sin fondo. El segundo fue
devuelto y sustituido por un ejemplar de San Miguel.
Mazzantini:
saludos y saludos.
Pablo
Belando: silencio y oreja.
Borja
Álvarez: silencio y oreja.
Entrada:
media plaza.
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